LOS INTERIORES
Al palacio se accede a través de un soportal aterra-zado, que da paso a un doble vestíbulo con escale-ras de mármol, techo de bovedillas y una hermosa cancela de rejería de estilo sevillano. El espacio se abre a un majestuoso hall central o patio cerrado, de doble altura, que hace las veces de salón. A am-bos lados, de cara a la fachada principal, se en-cuentran sendos gabinetes, con paredes revestidas de damasco dorado y fantásticos techos arteso-nados hexagonales. En toda la planta baja destaca el suelo de tarima de roble con remates de tachue-las, originales de la construcción.
En el ala este, a continuación del gabinete se en-cuentra el antiguo comedor, que cuenta con un mi-rador con salida a los jardines. En esta estancia, llama la atención la decoración de las jácenas del techo talladas y policromadas.
Seguidamente, se llega el oratorio privado, dedica-do al Jesús del Gran Poder y a las Santas Justa y Rufina, tributos que confirman el posible origen sevillano de la propietaria.
El acceso a la primera planta se realiza por las señoriales escaleras del hall principal, dispuestas en tres tramos y con peldaños de mármol. La barandilla y los arcos, de piedra artificial y escayola, llevan un exuberante trabajo escultórico, realizado por maes-tros artesanos de primer nivel. En el tramo frontal de la escalera, destaca una vidriera policromada, con el escudo familiar, realizada por la célebre casa Maumejean, encargada también de ejecutar el es-pléndido lucernario de hierro y cristal que cubre el hall de entrada.
El juego de alturas de esta amplia zona, permitió realizar una bóveda octogonal sobre la escalera, de inspiración neoárabe, de madera tallada y pintada al estilo de los grandes palacios sevillanos.
La escalera desemboca en un corredor volado con barandilla de forja, que se abre sobre el hall a modo de patio interior. El corredor sirve de distribuidor de las habitaciones adyacentes, todas ellas, con ven-tanas hacia las fachadas del palacio. Cabe desta-car la alcoba principal, en la fachada noreste, con terraza volada y una primorosa decoración: paredes enteladas en damasco, techo de cuarterones de es-cayola bordeados por un friso con diferentes figuras alegóricas, apliques de bronce y cristal, y marcos de mármol en los vanos de las puertas. Es probable que las habitaciones anexas estuvieran destinadas al vestidor y cuarto de baño de la propietaria.
En la misma planta, frente a la fachada principal, se encuentra un gran salón, posiblemente utilizado para los actos institucionales durante su ocupación como oficinas gubernamentales. No obstante, en origen, se trataba de tres habitaciones con diferentes usos.
En la segunda planta, destinada a habitaciones de servicio, destaca el estrecho corredor con arquerías, una de las señas de identidad del Palacio.