Unas semanas antes de que Elsie muriera, ella y su esposo celebraron su última gran fiesta en Villa Trianon. Más de dos docenas de invitados, entre ellos el duque y la duquesa de Windsor, asistieron a una cena buffet seguida de una proyección de la película de Billy Wilder, Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses). Vestida con un Mainbocher y cubierta de perlas, la anciana anfitriona no se parecía en nada a Norma Desmond. A pesar de los gustos volubles del público, Elsie de Wolfe nunca había caído en desgracia, y durante una década gloriosa, le mostró a Hollywood de qué se trataba el verdadero poder de las estrellas.
Elsie de Wolfe, la primera diseñadora de interiores de la historia
Aunque murió hace más de medio siglo, Elsie de Wolfe sigue siendo un icono hasta el día de hoy. Venerada como la primera decoradora estadounidense, ya que hasta entonces no existía esta figura como tal, al menos no antes de que llegara Elsie. Muchos de los elementos clave de su estilo están tan frescos como cuando vieron la luz, y el aura de celebridad que aportó a su profesión se ha ido transmitido entre sus sucesores.
Con un estilo opuesto a la sombría época victoriana, Elsie de Wolfe incorporó los colores claros y espacios luminosos en famosas residencias de la época bajo el lema: “Abrir las puertas y ventanas de América y dejar que el aire y el sol penetren”. Esta es una pequeña parte de la fascinante historia de la que es considerada «la madre del diseño de interiores».
Nacida en Nueva York, aunque nadie sabe exactamente el año de nacimiento de Elsie de Wolfe (generalmente se acepta que fue alrededor de 1865). Su padre era médico y su madre era canadiense de ascendencia escocesa. En 1881, enviaron a Elsie, ya de adolescente, a Escocia con unos familiares para completar sus estudios y fue presentada en sociedad frente a la reina Victoria I. Del acontecimiento, según se cuenta en sus memorias, solo recordaría a una «señora pequeña llena de joyas».
A su regreso a Estados Unidos, se convirtió en actriz profesional e interpretó varios papeles cómicos e históricos a lo largo de la década de 1890. Sin embargo, sus apariciones en escena fueron elogiadas más por la ropa que vestía que por sus interpretaciones, generalmente conjuntos de alta costura que encargaba en París y que las mujeres del público que acudía a las representaciones le copiaban.
Fue entonces cuando conoció a su primera compañera, Elisabeth (Bessie) Marbury, afamada representante de artistas literarios y teatrales (Oscar Wilde, George Bernard Shaw y J.M. Barrie), con la que vivió durante cuatro décadas en lo que entonces se conocía como «un matrimonio de Boston» (un término para dos mujeres solteras que viven juntas, atribuido a The Bostonians, de Henry James). A su alrededor, germinó una formidable pandilla de herederas con intereses en las artes de la que formaban parte Anne Morgan, hija del empresario y banquero J.P. Morgan, y Anne Vanderbilt, artífice en el desarrollo del vecindario Sutton Place como un lugar de moda para vivir..
Irving Place, el comienzo una exitosa carrera decorativa
En 1892, se instalaron en una casa situada en Irving Place con la calle East 17, que le sirvió a Wolfe para ensayar el estilo decorativo con el que después haría fortuna. Ella rediseñó los interiores evitando el enfoque de decoración victoriana sofocante de su época al ordenar, simplificar y calentar sus interiores sombríos y demasiado ocupados.
Al llegar, hizo arrancar los paneles de madera oscura y los papeles de pared y los sustituyó por paredes lisas pintadas en colores claros. Arrancó las cortinas de terciopelo, quitó el alfombrado y la moqueta y, en general, sustituyó todo lo que era pesado por piezas mucho más delicadas. «Creo en el optimismo y en la pintura blanca, en las sillas cómodas con lámparas al lado, en el fuego encendido en la chimenea y en las flores allá donde pertenezcan, en los espejos y en la luz del sol en todas las habitaciones», escribió en su libro más famoso «The House in Good Taste».
De Wolfe sentía afinidad por las piezas del siglo XVIII, que habían caído en desuso. Aunque lo suyo no era tanto un estilo como «una sensación de cómo debía funcionar una casa», según su biógrafa. «Una síntesis de confort, practicidad y tradición que resultó ser justo lo que se anhelaba en el siglo que empezaba».
Por su estilo elegante, fresco y moderno, poco a poco fue ganando fama entre sus amigos y conocidos, que le encargaban la decoración de sus casas. Esto llevó a Elsie a abandonar definitivamente su carrera como actriz para convertirse en decoradora profesional. Gracias a sus contactos, no tardó en conseguir su primer gran trabajo: decorar el Colony Club de Manhattan, el primer club social de mujeres de Nueva York. Marbury y Anne Morgan eran dos de las socias fundadoras del Colony Club. Su hermosa sede en Madison y la calle 31 fue diseñada por Stanford White, quien, le dio a Elsie el encargo de hacer la decoración.
El Colony Club
Cuando por fin Colony Club abrió en 1907, los interiores diseñados por Elsie la catapultaron a la fama de la noche a la mañana, conviertiéndose en una de los decoradoras más solicitadas de su generación. En lugar de imitar la atmósfera pesada de los clubes masculinos, De Wolfe introdujo un estilo informal y femenino con una gran cantidad de cretonas vidriadas (lo que la convirtió inmediatamente en «la Dama Chintz»), pisos de baldosas, cortinas ligeras, paredes claras, sillas de mimbre, tocadores ingeniosos…, Y la primera de sus muchas habitaciones enrejadas.
La reacción de asombro de los miembros ante su ilusionista pabellón de jardín interior puso el nombre de de Wolfe en boca de la alta sociedad y dio lugar a una serie de encargos lucrativos por todo el país. A partir de ahí, De Wolfe decoró grandes residencias de los Astor, los Vanderbilt, los Morgan o los Harriman, así como el departamento del magnate del acero Henry Clay Frick en Nueva York.
Su amada Villa Trianon
Después de aquello, le llovieron encargos para decorar las casas de los ricos que querían demostrar cierto refinamiento. Marbury y De Wolfe, con ayuda de Anne Morgan (hija del magnate J.P.Morgan, se compraron un clásico brownstone neoyorquino en Sutton Place y se hicieron, por 12.000 dólares, con la Villa Trianon de Versalles, la residencia que Luis XV ideó como un descanso del propio palacio, y que estaba hecha una ruina.
Renovarla y decorarla se convirtió en el proyecto de su vida. Fue en Villa Trianon donde perfeccionó su reputación (y sus habilidades) como anfitriona destacada de su época. Después de restaurarla, Elsie, Bessie y Anne fueron conocidas como “El triunvirato de Versalles” por transformarse en destacadas anfitrionas y su casa en centro de atención de los eventos de los años veinte, gracias a su exquisita decoración. El mismo grupo, incluyendo a Ann Vanderbilt, creó el exclusivo vecindario Sutton Place ubicado a lo largo del East River en Manhattan.
Durante la Primera Guerra Mundial, “El triunvirato de Versalles” cedió Villa Trianon para que se convirtiese en un hospital de campaña. Tras la guerra, sin embargo, Marbury y De Wolfe fueron distanciándose en su relación. Bessie se quedó en Nueva York y se convirtió en agente activa dentro del Partido Demócrata, mientras que Elsie empezó a pasar más tiempo en Francia, refinando el arte de dar fiestas, con invitados como Coco Chanel, Douglas Fairbanks y Wallis Simpson, duquesa de Windsor.
Lady Mendl, anfitriona internacional
Inesperadamente en 1926, con 60 años cumplidos, se casó con Sir Charles Mendl, un diplomático británico asiduo visitante de Villa Trianon. A partir de ese momento Elsie se convirtió en Lady Mendl, una anfitriona internacional organizadora de eventos tanto en su departamento parisino como en la residencia de Beverly Hills o en la Villa Trianon.
En su biografía, lo llaman un «matrimonio de razón». «Él era encantador y ella era rica, compartían el mismo entusiasmo por la gente, las fiestas y el arte de vivir bien». Del intercambio, De Wolfe sacaba algo que no se podía comprar en una subasta. Charles Mendl no tenía dinero pero sí el título de Lord, lo que la convertía en Lady Mendl, y a la decoradora le perdía la posibilidad de firmar así sus cartas.
Cuando estalló la guerra y la amenaza nazi se volvió eminente, Elsie y su esposo decidieron abandonar Versalles y su amada Villa Trianon y dirigirse a América. Fue en Beverly Hills, donde finalmente aterrizaron, Elsie se dedicó entonces a decorar su nuevo hogar, After All («después de todo»). Fue aquí donde Lady Mendl encargó a un talento joven y, en ese momento, desconocido llamado Tony Duquette, que la ayudara a decorar sus los interiores, según sus especificaciones.
Mientras Duquette reformaba After All, Lady Mendl realizó algunos trabajos decorativos de importancia. Por ejemplo, para la atrevida heredera estadounidense Dorothy di Frasso, decoró una mansión de Beverly Hills donde el papel tapiz chinoiserie se combinaba con una mullida alfombra hecha de piel de mono (Marlene Dietrich alquiló el lugar por un tiempo). También en Brentwood Heights, creó unas aireadas habitaciones para Gary Cooper y su elegante esposa, Rocky.
Para Elsie, sin embargo, Hollywood era simplemente un puerto de escala, como lo insinúan las palabras bordadas en uno de los cojines de tafetán dispuestos en los sofás de After All: se necesita un corazón fuerte para vivir sin raíces. La frase proviene de la novela Flotsam de 1939 de su amigo Erich Maria Remarque, cuyo tema, muy apropiadamente, eran los refugiados de la Segunda Guerra Mundial. “Elsie siempre está hablando de volver a Versalles cuando todo esto termine”, le dijo Charles a un amigo. En 1947 cumplió su deseo: Villa Trianon, dañada por los oficiales de las SS que la habían ocupado, volvió a ser suya y fue rápidamente restaurada con la ayuda de Duquette. Durante los siguientes tres años, hasta su muerte a los 91 años, Lady Mendl dividiría en gran medida su tiempo entre esa casa y su residencia en California.