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El Palacio de la Trinidad y la arquitectura regionalista sevillana

02 / 02 / 2024

Palacio de la Trinidad

El Palacio de la Trinidad es un magnífico ejemplo de arquitectura regionalista de principios del siglo XX. Al igual que la Casa de Tomás Allende, sede de Casa Decor 2021 en la Plaza de Canalejas, ambas edificaciones representan un movimiento que se fraguó desde finales del siglo XIX, y que intentaba rescatar las características propias de cada región con tintes historicistas con el fin de reivindicar la riqueza de nuestra propia arquitectura. Mientras la Casa de Tomás Allende tenía una clara inspiración cántabra, dado el origen del arquitecto Leonardo Rucabado, el Palacio de la Trinidad la tiene en Sevilla, de donde se supone procedía la familia de Dª María de los Ángeles Gutiérrez Suárez.

Regionalismo sevillado
Casa de Ana Gómez Millán y Aníbal González. Arquitectos: Juan Talavera y José Espiau.

Regionalismo, historicismo y eclecticismo

Los preparativos de la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla supusieron la ordenación de la ciudad y la construcción de nuevas vías, parques y edificios. El arquitecto director de la Exposición fue el sevillano Aníbal González, quien, como su amigo Rucabado, fue un gran defensor de la arquitectura regionalista, que propugnaba un estilo propio que resumiera el historicismo español incorporando las distintas iconografías, materiales y corrientes estéticas. Desde el modernismo, pasando por el neoclasicismo, el renacimiento español y, por supuesto, el estilo neomudéjar, todo ello conformaba un cóctel estético que dio a luz multitud de edificaciones muy celebradas, que dieron merecida fama al arquitecto sevillano. El Parque de España y el hotel Alfonso XIII son solo dos de sus más conocidos proyectos.

Las Villas gemelas para Sara y Pilar Barquin fueron construidas en 1922, por el arquitecto Juan Talavera.

Los palacetes de la Avenida de la Palmera

En el estilo regionalista se funden diferentes elementos ornamentales de estilos y corrientes estéticas que no coinciden en el tiempo ni en lugar: el barroco, el renacimiento, el mudéjar, el clasicismo y la arquitectura vernacular de cada región con sus características propias se conjugan en una nueva reinterpretación que tiene como resultado un tipo de edificación muy ornamentada, en la que se introduce de todo un poco: cerámica, ladrillo, ebanistería, pintura, etc. En el caso sevillano, encontramos verdaderas joyas de la arquitectura regionalista en la Avenida de la Palmera, cuyo origen data de finales del siglo XIX. Pero no fue hasta las primeras décadas del XX cuando las normas municipales impusieron la construcción de viviendas unifamiliares exentas, rodeada de jardines con verjas o tapias. A partir de esta normativa, se comenzó la construcción de palacetes y residencias para la aristocracia y las clases más acomodadas. Juan Talavera, arquitecto municipal, diseñó la Palmera a semejanza de otras grandes avenidas, como la Castellana de Madrid, y desde el primer momento, conscientes de su valor, se le otorgó una protección máxima.

En el fragor de regionalismo, surgieron auténticas mansiones, chalets, casas solariegas y palacetes, que probablemente inspiraron a María de los Ángeles a construirse el suyo propio en Madrid.

Fachada Palacio de la TRinidad

Detalles singulares

Algunos de los elementos comunes de estos palacetes sevillanos con el Palacio de la Trinidad los podemos encontrar en estos ornamentos y materiales de fachada:

• Las torres, con pináculos rematando las esquinas, eran elementos propios de este tipo de construcciones, pues dotaban al conjunto de una gran robustez y solemnidad palaciega.

• Los balcones en esquina y ventanas coronadas con pronunciados remates con arco ojival, enmarcado en una cornisa clásica con copete de volutas.

• El portal aterrazado de la entrada, de estilo neoclásico y columnas geminadas, eran signo de señorío, acentuado por los adornos de mampostería que rodean las puertas.

• Otro elemento típicamente sevillano es la rejería que, en el Palacio de la Trinidad, está distribuida en las ventanas de la planta baja y, con especial encanto, en las balconadas de la planta principal. Llama la atención el revestimiento de cerámica vidriada de la parte inferior de los balcones, así como los aleros de madera oscurecida.

• La arquería corrida es, sin duda, una de las señas de identidad principales del Palacio, en especial, la frontal de la segunda planta, compuesta por siete arcos de medio punto y columnas exentas.

• Todo el tejado del Palacio ha sido recientemente restaurado con tejas vidriadas en verde y blanco, los colores de Andalucía. Hasta 2016, el color original del Palacio era de un tono albero típico sevillano, que se encontraba ya muy desvaído.  Afortunadamente, con la adquisición por los nuevos propietarios, se restauró la cubierta y las tejas en su totalidad, así como la cerámica de los balcones, los aleros y la pintura de fachada, siempre respetando y rescatando los elementos originales.

Ricos artesonados

Ya en el interior, no cabe duda de que los artesonados de las estancias de la planta baja fueron realizados por maestros ebanistas, que se inspiraron en los patrones de los artesonados de los palacios sevillanos. Por ejemplo, los techos de madera con cuarterones de los gabinetes nos recuerdan el exquisito trabajo de techos de muchas estancias de la Casa Pilatos; o las jácenas policromadas del comedor son sorprendentente parecidas al artesanado del palacio de Salinas.

La cúpula de estilo neomudéjar

El techo de la cúpula que cubre la escalera principal es un finísimo trabajo artesanal con dibujos de lacería, realizado en madera con incrustaciones y policromías, que nos recuerdan, guardando las distancias, a algunas magníficas decoraciones de techos de la Casa Pilatos (izquierda) o del Alcázar de Sevilla (derecha).

No nos extraña que algunos de estos magníficos artesonados hubiesen sido restaurado por Paco Luis Martos, uno de los mejores (si no, el mejor) maestros de artesonados mudéjares del mundo. Desde su taller de Úbeda, ha tenido gran influencia sobre la conservación del patrimonio cultural de Andalucía, por su trabajo de restauración, investigación y conservación en distintos monumentos del patrimonio cultural. Y no solo eso, cuenta con una delegación en Berverly Hills desde la que atiende a una clientela exclusiva, entre la que se encuentran famosos actores y actrices de la meca del cine. En 2022 fue galardonado con el Premio Nacional de Artesanía.

Casa Decor 2024

Paredes enteladas de damasco

Una de las peculiaridades del Palacio, tanto de los gabinetes de la planta baja y de la alcoba de Dª María Ángeles, es el revestimiento de las paredes enteladas en damasco de seda (imagen de la derecha), lo que le proporciona un efecto irisado muy elegante. A la izquierda, una pared entelada, también en damasco, en uno de los salones privados de la familia Medinaceli en la Casa Pilatos.

La costumbre de entelar paredes viene de lejos, al menos, del siglo XVI, cuando, además de los grandes tapices, se utilizaban los tejidos como aislantes y también ofrecían un aspecto mucho más decorativo que las frías paredes de piedra. Signo de riqueza y buen gusto, los entelados de seda han estado presentes en las estancias palaciegas a lo largo de la historia de la decoración en Europa y, por supuesto, no podían faltar en el Palacio de la Trinidad.

Palacio de la Trinidad

Cerámica, ladrillo y jardines

Esta combinación, tan tradicionalmente sevillana, es la prueba inequívoca de la influencia de la arquitectura regionalista del Palacio de la Trinidad. Los jardines que lo rodean han sufrido profundas modificaciones y talas, pero aún se encuentran vestigios, como fuentes, bancos y esculturas, que pretenden recrear un trocito del parque de María Luisa en el centro de Madrid (imagen inferior).

Palacio de la Trinidad

Un oratorio particular

Queremos terminar nuestro recorrido con una de las estancias más genuinamente sevillanas del Palacio de la Trinidad: el oratorio privado. Todos los elementos en él tienen una clara referencia sevillana, desde el Cristo del Gran Poder de la izquierda, realizado en cerámica, hasta las imágenes de las Santas Justa y Rufina, que flanquean el arco carpanel que lleva al altar, hoy desmontado. La fantástica rejería.  el zócalo de azulejos con dibujo de estrella y el artesonado del techo completan el catálogo ornamental de este espacio de gran valor historicista.

Poco o nada se sabe de los artesanos, artistas y paisajistas que trabajaron en la construcción del Palacete, solo el nombre del arquitecto, Luis Alemany Soler, quien probablemente contó con un equipo de maestros y especialistas para que dieran el lustre palaciego y señorial que Dª María de los Ángeles pretendía para su nuevo hogar.

Fotos: Nacho Uribesalazar

Texto: Cova Pendones
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