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Rafael Guastavino: el arquitecto valenciano que revolucionó Nueva York

15 / 11 / 2024

Rafael Guastavino es una figura interesante y relevante en la historia de la arquitectura, pero quizás no sea tan conocido como otros arquitectos famosos. Aunque dejó un legado en lugares tan icónicos como la Grand Central Terminal y la Catedral de San Juan el Divino en Nueva York, su nombre ha quedado un poco en segundo plano. El arquitecto valenciano cambió el sistema de construcción en los Estados Unidos, donde exportó una tradición constructiva milenaria muy frecuente en el área mediterránea. Su bóveda tabicada ignífuga fue uno de sus grandes descubrimientos

Sin embargo, en los últimos años historiadores y arquitectos han comenzado a valorar su papel como pionero de la arquitectura moderna estadounidense, y varios estudios y documentales han puesto el foco en sus logros. Este redescubrimiento de su obra está ayudando a posicionarlo como una figura importante dentro de la historia arquitectónica. Por ejemplo, en 2012, el Museo Nacional de Construcción en Washington D.C. dedicó una exposición a Guastavino y su técnica, y hay publicaciones y trabajos de investigación que continúan explorando su impacto.

En este artículo, nos adentraremos en la historia de este arquitecto valenciano, un hombre que, a pesar de haber trabajado entre bastidores, dejó un legado arquitectónico de gran belleza y durabilidad.

Teatro La Massa en Vilassar de Dalt, Barcelona

De Valencia a Estados Unidos

Rafael Guastavino nació en Valencia, en 1842 en una familia humilde, siendo el cuarto de catorce hermanos. Su padre trabajaba como obrero de la construcción, y su madre se ocupaba de la casa, en una época de gran precariedad para los trabajadores de Valencia. Desde niño, mostró curiosidad por el diseño y la arquitectura, especialmente observando a su padre en los proyectos de construcción donde trabajaba, lo cual despertó en él un profundo interés en las técnicas constructivas tradicionales, como las bóvedas de ladrillo características de la región. Su educación en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos le proporcionó los conocimientos básicos que luego expandiría en su trabajo en Cataluña.

Tras completar sus estudios, Guastavino se trasladó a Barcelona para estudiar en la Escuela de Maestros de Obras, donde comenzó su formación como arquitecto. En la Ciudad Condal trabajó en varios proyectos de gran relevancia. Entre ellos destaca su participación en la Fábrica Batlló, un edificio icónico de la industria textil que mostraba un uso pionero de la construcción en bóveda. Su enfoque innovador en estructuras de grandes dimensiones le hizo ganar prestigio y la oportunidad de trabajar en proyectos de envergadura como el Teatro de La Massa en Vilassar de Dalt.

En 1881, con 40 años, decidió cambiar de vida y emigró a Estados Unidos, junto a su hijo pequeño Rafael Guastavino Jr. Llegó a Nueva York. La ciudad vivía un auténtico auge constructivo, aunque los recientes incendios que habían devastado amplias zonas de urbes como Chicago, en 1871, y Boston, en 1872, habían sembrado el temor entre los constructores. La arquitectura predominante en madera había facilitado la propagación de las llamas, exponiendo la necesidad urgente de materiales y técnicas que ofrecieran mayor seguridad contra el fuego. En este contexto, la técnica de bóveda tabicada que Rafael Guastavino introdujo en Estados Unidos resultó ideal: su método utilizaba ladrillos y mortero, creando estructuras ignífugas y robustas que podían adaptarse a espacios amplios.

Biblioteca pública de Boston

Sin embargo, la innovación de Guastavino fue recibida con escepticismo. Para convencer a los arquitectos y constructores estadounidenses de las ventajas de su bóveda catalana, diseñó una maqueta del sistema y la sometió a una prueba de fuego frente a un grupo de periodistas. La bóveda pasó la prueba y este momento fue decisivo para su carrera en Estados Unidos. Pronto se ganó el respeto de arquitectos e ingenieros al aplicar su método en la Biblioteca Pública de Boston, un proyecto que marcó su gran debut en el país. Su sistema de bóvedas demostró ser estructuralmente eficaz y muy económico, destacándose en un contexto urbano que necesitaba soluciones de construcción seguras y rápidas. Este éxito le abrió las puertas a encargos de prestigio en otras ciudades, dejando una huella permanente en la arquitectura estadounidense.

Estación City Hall de Manhattan, donde las cúpulas de cerámica vidriada de Guastavino se alternan con vidrieras emplomadas.

La innovación de la bóveda tabicada

La mayor aportación técnica de Rafael Guastavino a la construcción fue la llamada bóveda tabicada, una técnica de construcción que se caracteriza por el uso de ladrillos dispuestos en capas sucesivas que se unen mediante mortero, creando una estructura autosoportante. Este sistema permite que la bóveda se mantenga firme sin la necesidad de armazones temporales o andamios, lo que lo convierte en un proceso más rápido y económico. A diferencia de otros tipos de bóvedas, como las de cañón, la bóveda catalana se construye mediante la colocación de ladrillos de manera inclinada, formando un perfil curvado que distribuye el peso de manera más eficiente. Su uso no solo permitió la construcción de techos más grandes y abiertos, sino que también ofreció una mayor flexibilidad para diseñar espacios sin columnas internas que interfirieran con la funcionalidad de los edificios.

Además, una de las ventajas más destacadas de la bóveda catalana era su resistencia al fuego. En una época en la que las ciudades estadounidenses sufrían incendios devastadores, la técnica de Guastavino ofrecía una solución eficaz. Las bóvedas de ladrillo, al ser más resistentes al fuego que las estructuras de madera o metal, se convirtieron en un factor decisivo en la construcción de edificios públicos y privados.

Ellis Island Hall, 1917
Bridgemarket, debajo del puente de Queensboro. Fotografía cortesía de Jim Henderson.

La «Guastavino Fireproof Construction Company»

Para consolidar y expandir su técnica, Rafael Guastavino fundó la Guastavino Fireproof Construction Company en 1889, una empresa que se convertiría en el vehículo principal para llevar su innovador sistema de bóvedas a una escala mucho mayor en Estados Unidos. Junto a su hijo, Rafael Guastavino, perfeccionaron y patentaron el método de la bóveda catalana, asegurando así que su técnica no solo se aplicara en sus propios proyectos, sino que también pudiera ser adoptada por otros arquitectos e ingenieros en la construcción de edificios a gran escala. Este avance fue fundamental para la expansión de la empresa, que pronto estuvo a la vanguardia de la arquitectura estadounidense.

Rafael Guastavino Jr asumió el liderazgo de la compañía tras la muerte de su padre en 1908. El hijo no solo mantuvo la calidad y prestigio de los trabajos iniciados por su padre, sino que también amplió la influencia de la familia en el ámbito de la construcción. Uno de los proyectos más destacados bajo su supervisión fue la Catedral de San Juan el Divino en Nueva York, un magnífico ejemplo de cómo las técnicas de Guastavino transformaron el paisaje arquitectónico de la ciudad.

A lo largo de las décadas, la compañía continuó siendo un referente en la creación de estructuras resistentes y estéticamente impresionantes, siempre con el distintivo estilo de las bóvedas catalanas, que combinaban la funcionalidad con un diseño ornamental excepcional.

La cúpula del Grand Central Station, obra de Guastavino.
Oyster Bar & Restaurant (1913) se inauguró con la apertura del Grand Central Station y, cuando en los años 70 se recuperó la estación, también abrió nuevamente el restaurante especializado en marisco preparado a la americana.
Della Robbia Bar, en el antiguo Hotel Vanderbilt de Nueva York (1912).

Proyectos icónicos: la huella de Guastavino en Nueva York y Boston

El impacto de la técnica de Guastavino es visible en más de 300 edificios en Nueva York, muchos de los cuales se han convertido en monumentos nacionales.

Entre los proyectos más emblemáticos se encuentran las famosas bóvedas de la Grand Central Terminal, una de las estaciones de tren más icónicas del mundo. Las bóvedas de ladrillo de Guastavino en esta estación no solo proporcionan soporte estructural, sino que transforman el espacio en un lugar visualmente impresionante. Estas bóvedas, con sus complejas formas geométricas, brindan una gran sensación de amplitud y elegancia, convirtiendo a la estación en un referente tanto arquitectónico como cultural. Además, el uso de ladrillo para las bóvedas les da una textura cálida, contrastando con la moderna infraestructura de metal y vidrio que rodea el edificio.

Otro proyecto de gran trascendencia fue su trabajo en Ellis Island, en la sala de registros, que durante años fue el primer contacto de los inmigrantes que llegaban a Estados Unidos. La sala, con sus imponentes bóvedas de Guastavino, fue testigo de los momentos cruciales en la historia de la inmigración americana. La habilidad de Guastavino para crear grandes espacios abiertos sin la necesidad de columnas visibles permitió que la sala tuviera una estética limpia y majestuosa, a la vez que la arquitectura funcionaba como un símbolo de bienvenida a los nuevos llegados al país.

El Queensboro Bridge Market, que originalmente era un mercado cubierto ubicado debajo del puente Queensboro (ahora conocido como el Ed Koch Queensboro Bridge), es una de las contribuciones más significativas de la Guastavino Fireproof Construction Company. Este mercado fue diseñado en 1909 por el arquitecto Henry Hornbostel, quien encargó a la compañía de Guastavino que creara las bóvedas de ladrillo estructurales que soportarían el espacio del mercado debajo del puente. A lo largo de los años, el espacio tuvo varios usos. Durante las primeras décadas, sirvió como mercado de alimentos, conocido como Bridgemarket, pero con el tiempo, debido a la Gran Depresión y el cambio en los hábitos de consumo, cerró. Sin embargo, en años recientes, el espacio ha tenido una segunda vida como sede de negocios, con un conocido supermercado Trader Joe’s operando en el lugar​.

The Nebraska State Capitol Building, construido por Rafael Guastavino hijo en 1924.

Un legado que perdura

A lo largo de Estados Unidos, hay más de mil bóvedas construidas por la empresa de Rafael Guastavino, cuya técnica transformadora inspiró a arquitectos tan destacados como Antoni Gaudí. La bóveda tabicada de Guastavino revolucionó la arquitectura al combinar estética, funcionalidad y seguridad contra incendios, un avance decisivo en una época de rápida urbanización.

Cuando Guastavino falleció en 1908, The New York Times lo homenajeó como “el arquitecto de Nueva York”, reconociendo la huella que había dejado en la ciudad. Sin embargo, su figura y su obra cayeron en el olvido con el tiempo, y no fue hasta 1972 que su nombre volvió a resonar al aparecer en una historia de la arquitectura. Desde entonces, el legado de Guastavino ha sido redescubierto y valorado, consolidándolo como uno de los pioneros de la arquitectura moderna en Estados Unidos.

En la actualidad, el ayuntamiento de Nueva York publica un fascículo, New York’s Guastavino, que indica un recorrido para visitar sus obras, que han sido parte y arte de la “Gilded Age” de Nueva York y que atraviesan el desarrollo de la ciudad a lo largo de la primera parte del siglo XX.

Fotos: Michael Freeman

Texto: Marta Sanz
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