Virginia Sánchez, responsable de la nueva imagen del restaurante Piñera
La decoradora Virginia Sánchez se estrenó en Casa Decor en la edición de 2017, con su sala de estar «La cuestión palpitante«, una propuesta transgresora con paredes pintadas en degradado y obras de arte que contrastaban con el estilo clásico de la construcción. En 2018, se hizo cargo de los baños públicos de la primera planta, «Un jersey negro y diez hileras de perlas«, un ambiente con el que quiso rendir homenaje a Coco Chanel. Dos propuestas que dejaron claro la capacidad de Virginia por diseñar espacios totalmente diferentes, tal y como hace en sus trabajos de interiorista: adaptar su estilo elegante, femenino y con un punto sofisticado, al que busca el cliente.
«Me inspira la elegancia y el «je ne se quoi» de París; me fascina el diseño gamberro e irreverente de Londres; y me enamora la combinación de ambos en un mismo espacio», cuenta la interiorisra que ha desarrollado proyectos de interiorismo tanto de viviendas como de locales comerciales, abarcando desde el diseño y concepción inicial de la idea, hasta la imagen de marca del cliente, pasando por elementos corporativos y estilismo del personal. Uno de estos trabajos es la renovación del Restaurante Piñera, en el madrileño barrio de Chamartín.
Las casas haussmanianas de París, su fuente de inspiración
Tras nueve años de andadura, el restaurante apostó por una nueva etapa de la mano del chef Carlos Posadas, quién confió en la profesionalidad y buen gusto de Virginia Sánchez para renovar la estética del local.
Inspirándose en el estilo haussmaniano de las construcciones parisinas del siglo XIX, la interiorista consiguió un espacio amplio y luminoso ayudándose de mármoles blancos, tonos neutros, espejos de figuras geométricas, delicadas molduras, maderas nobles, tarimas espigadas y algunos toques de arquitectura clásica, igual que hizo Haussmann en las calles y casas de la capital francesa.
Suelos y paredes
Los suelos debían ser de madera, con una disposición que evocara el estilo de Versalles, pero trasladada al siglo XXI. Para ello Virginia diseñó una distribución en cuadrícula, con separaciones en mármol blanco para aportar luminosidad y dinamismo, en contraste con listones de gran formato de madera de roble envejecida, dispuestos en diagonal.
El mármol blanco de Carrara, además de utilizarlo en el suelo, se distribuyó a lo largo de los pilares existentes en el local, dispuesto con efecto “libro” (bookmatch) para lograr la continuidad de la veta. Con el uso de este material en zonas situadas a la altura de la vista, se logró reforzar la luminosidad buscada, sin perder un ápice de la elegancia necesaria.
En las paredes, el zócalo de madera que existía se pintó en un tono gris cálido y contemporáneo, conseguido gracias al aporte de un toque de magenta entre sus pigmentos, y se decoró con molduras.
El zócalo se combinó con un papel de la firma Cole&Son, el modelo «Feather Fan», que aporta textura a las paredes, con un diseño muy sutil y elegante.
Unos espejos que evocan las formas geométricas del estilo Art Decó, junto con unos apliques inspirados en las Arts & Crafts, conforman un escenario delicado, femenino, acogedor y muy distinguido.
Con ambientes diferentes
La barra ubicada en la entrada del restaurante se decoró con un estuco dorado que crea un contraste limpio y elegante con el blanco del mármol. Este elemento sirve para organizar el espacio y marcar las diferentes zonas del restaurante.
Para diferenciar los distintos ambientes del restaurante sin perder la continuidad, se repitieron las piezas claves del interiorismo, aunque en otras disposiciones y colores.
Decoración alegre y colorista
El suelo volvía a tener una disposición en cuadrícula, y los materiales volvían a ser madera y mármol, pero en esta ocasión la madera seleccionada fue roble blanqueado en combinación con mármol negro. Se trataba de conseguir un efecto de ying y yang, un “negativo” de lo que nos encontrábamos en la zona gastronómica.
Esta parte del restaurante también debía invitar más a la diversión, al relax, a la desconexión de la ajetreada vida diaria. Por eso, Virginia decoró este ambiente con estampados tropicales y colores cálidos y alegres en las sillas, una gran mesa antigua para reunirse con los amigos, un enorme espejo con divisiones geométricas formadas por perfiles de latón y, a la altura de la vista, reflejándose en este espejo, un mural de estucos metalizados.
Además del interiorismo, la decoradora también eligió detalles como el menaje y los complementos. Fotografías: Lupe Clemente.