El exquisito trabajo de interiorismo de Fran Cassinello en el restaurante Lhardy
En 2021, el Grupo Pescaderías Coruñesas salvó del cierre al mítico restaurante Lhardy, un emblema de nuestra gastronomía y de nuestra historia que fue sometido a un trabajo de renovación para recuperar el lustre de antaño. Pero antes de escoger al profesional que se encargaría de desarrollar el proyecto de reforma e interiorismo, los nuevos propietarios confiaron en el criterio de Casa Decor, que ese año se celebraba en la Casa de Tomás Allende, a escasos cien metros del Lhardy, para que les recomendara los nombres de algunos interioristas capaces de abordar un proyecto de tal envergadura. Finalmente, tras estudiar distintas opciones, la familia García Azpiriz apostó por el estilo neoclásico, potente y elegante de Fran Cassinello, de Mandalay, quién logró devolver al restaurante su esencia afrancesada.
Un poco de historia
En la céntrica Carrera de San Jerónimo de Madrid, se encuentra Lhardy uno de los restaurantes icónicos de la capital. Fue inaugurado en 1839 por el repostero francés Émile Huguenin de Montbéliard, –quién luego pasó a llamarse Emilio Lhardy–, y si bien en un principio abrió como pastelería, poco a poco, fue ofreciendo platos de alta cocina.
Fue el marqués de Salamanca y conde de los Llanos con Grandeza de España, el primero en darle fama tras celebrar allí el banquete del bautizo de su primer hijo en 1841. Lhardy cautivó a políticos, intelectuales y aristócratas (cuentan que Isabel II se escapada a comer ahí durante la regencia de su madre María Cristina) y pronto se puso en lo más alto de la cocina nacional.
El restaurante Lhardy sobrevivió a la Primera Guerra Mundial y a la Guerra Civil española, pero tras la pandemia del COVID-19 estuvo a punto de echar el cierre definitivo. Su facturación cayó un 70%, lo que provocó que en marzo de 2021, Lhardy presentara el preconcurso de acreedores, si bien en mayo de ese mismo fue adquirido por Pescaderías Coruñesas, evitando así el cierre definitivo.
En el mes de mayo de 2021 se puso en marcha el nuevo Lhardy, proyectado por el estudio Mandalay Interiorismo, con Fran Cassinello a la cabeza, y colaboradores como la arquitecta Karina Lenzano, la constructura Edifitex, y la restauradora Mónica Vieira.
Una tienda delicatessen y seis salones
En la planta baja se situó la Patisserie, una tienda en la actualmente que es posible adquirir una amplia selección de productos delicatessen, así como elegir entre una gran variedad de vinos, regalos de empresa y cestas de navidad. A través de una pequeña puerta llegamos a la sinuosa escalera de 24 peldaños que conduce al primer piso. Aquí se encuentran el Salón principal o Isabelino; el Japonés, Blanco, Sarasate, Gayarre y Tamberlick, así como un pequeño habitáculo dedicado al teléfono privado que existe en la casa desde 1885, con el que se inició la reserva de mesas y los encargos a domicilio.
Reforma integral, manteniendo la escalera
«Este obra la afronté con la mayor de las ilusiones y con el mayor de los respetos, al tratarse de un local histórico grabado en la memoria de todos. Un gran reto unido a una enorme responsabilidad», dice Fran Cassinello.
A lo largo de su historia, el local de Lhardy se fue ampliando horizontalmente -actualmente, abarca los números 8, 10 y 12 de la Carrera de San Jerónimo-, y debido a esto, existía una notable diferencia entre el estilo original y el de las sucesivas ampliaciones. El objetivo de Fran fue crear una continuidad estética entre las distintas zonas del restaurante, pero dotando a cada uno de los salones y espacios de una personalidad única.
«En definitiva, diría que fue una puesta a punto, respetando lo bueno existente y eliminando lo superfluo acumulado a través del tiempo», explica Fran.
Sobre estas líneas, vista del antes y después de la escalera que comunica las dos alturas de Lhardy. Los trabajos de rehabilitación de esta zona consistieron en decapar la madera de barandilla y peldaños, renovar el acabado de las paredes con mortero de cal y retroiluminar, entre otras intervenciones.
Pasillo principal
Con ese propósito de unificar los distintos espacios en los que se distribuye Lhardy, el suelo del pasillo principal se cubrió con un calco del despiece del pavimiento de la tienda, que se reprodujo tal cual en mármol de Macael, en Almería, y posteriormente se envejeció.
Las obras de restauración dejaron a la vista las paredes originales del espacio: un revestimiento de chapa metálica en color gris sobre el que Fran Cassinello hizo un juego de profundidades y de luces, metiendo sutiles toques de color dorado para darle vida a este pasillo. Además, se logró subir la altura del techo algo más de un metro, lo que permitió colgar unos imponente y maravillosos faroles artesanales.
Salón Isabelino
Conocido también como el comedor grande o salón principal, el salón Isabelino está situado en la primera planta del edificio, con balcones que dan a la Carrera de San Jerónimo. Probablemente fuera el único salón del restaurante hasta 1880, año en el decorador Rafael Guerrero se encargó de dar una nueva imagen al local, los salones tomaron nombre y se diseñó la fachada de Lhardy construida con magnífica madera de caoba de Cuba.
Éste es el salón de las grandes solemnidades, con una capacidad aproximada de sesenta comensales, así como magníficos muebles, espejos y enseres.
Salón Sarasate
Debe su nombre a Pablo Martín de Sarasate (1844-1908), violinista y compositor que acostumbraba a reunirse en Lhardy con Arrieta, Manuel Pérez (Perecito), Agustín Lhardy, Cecilio Pla, Campuzano, Perea, Mariano Benlliure y el maestro Enrique Fernández Arbós, entre otros intelectuales de la época.
El salón Sarasate, más pequeño que el Isabelino, pero sin llegar a ser privado, tiene un ambiente más íntimo y la decoración era algo más austera.
En la reforma realizada por Mandalay se mantuvo la esencia del salón, pero enfatizando sus puntos fuertes, como los frisos de madera y el mobiliario de estilo tradicional. Además, se añadieron detalles que consiguen cambian por completo nuestra sensación al entrar en este espacio, como la altura de los techos, enriquecidos con discretas molduras; las paredes, en las que un papel pintado de color rojo se sustituyó por un elegante diseño con textura; el suelo de madera belga envejecida, instalada en Versalles o el tapizado de las sillas, en un tono neutro liso.
En el nuevo salón también se instalaron dos imponentes lámparas de araña y una chimenea antigua recuperada, que crea un eje o punto focal y contribuye a hacer el espacio más cálido y acogedor. Sobre ella, un retrato de Don Emilio Lhardy, obra de Federico Madrazo.
La cabina del teléfono
En 1885 se pusó el teléfono en Lhardy, cuando en Madrid tan solo había 49 abonados a la línea teléfonica. Fran Cassinello recreó este rincón con el teléfono más antiguo que encontró entre los anticuarios de la capital, así como un libro que simula ser un listín telefónico de la época.
Salón Gayarre
Debe su nombre al tenor lírico Julián Gayarre (1844-1890), uno de los mejores que ha tenido el mundo de la ópera. En este caso, Fran Cassinello abrió el Salón Gayarre al Tamberlick, le dio luz con el color de las paredes, los detalles en pan de oro hechos a mano y dos maravillosas lámparas de techo. Unas cortinas de Mandalay ocultan la puerta que comunica este espacio con el salón contiguo, el Tamberlick, y que en caso necesario, permite poner una mesa presidencial y organizar un banquete hacia la Carrera de San Jerónimo.
Salón Tamberlick
Este salón cuenta con un aforo aproximado para ocho personas, con la peculiaridad de que tiene salida a un pequeño patio interior. La reforma se aprovechó para crear un pequeño, pero característico jardín, que aporta mucha frescura al interior. Para decorar el techo, Fran Cassinello aprovechó la obra de técnica mixta sobre lienzo que Carol Moreno realizó para la el apartamento «Los Hamptons«, que Fran Cassinello realizó en Casa Decor 2021.
Un recorrido por la historia de Lhardy
Fran Cassinello convirtió uno de los pasillos de la planta baja de Lhardy en un moderno y original recorrido fotográfico por la historia del restaurante. «Revisamos millones de álbumes de fotos que tenía la antigua dueña, con fotografías de la España desde antes de Franco hasta la de nuestros días, con fotos de presidentes, ministros, pensadores, cantantes… hasta C. Tangana se ha sentado a sus mesas en los últimos tiempos, y decidimos decorar con ellas la pared de este pasillo. Contar toda la historia del restaurante desde la salida del Salón Isabelino hasta el Sarasate», cuenta Fran.
Los cuartos de baño de Lhardy
Los cuartos de baño de Lhardy estaban revestidos por completo con mármol, una piedra natural protegida por Patrimonio a la que Fran Cassinello logró sacarle todo su potencial. Así, diseñó, junto a Mármoles Sol, unos imponentes lavabos de pedestal de líneas depuradas y decoró las paredes con grandes espejos que dan mayor amplitud visual.
Los salones Japonés y Blanco, así como la famosa tienda que se encuentra a pie de calle, también se reformaron por completo. Unas obras que se realizaron en apenas un mes, el período de vacaciones de la plantilla, y que lograron devolver al restaurante el lustre de antaño.
Hace unos meses el restaurante volvió a decorarse y la imagen que lucen hoy sus espacios es algo diferente a la diseñada por Fran Cassinello, alma mater de Mandalay Interiorismo.
Fotos: Reporinmuebles y Mandalay.